viernes, 15 de enero de 2010

EL PRESIDENTE ZAPATERO EN EL DESAYUNO NACIONAL DE ORACIÓN

Todo apunta a que la baraka, la suerte que hasta hace poco había sido el mejor pasaporte del presidente Zapatero para recalar y mantenerse en la Presidencia del Gobierno, y que a juicio del ex presidente Felipe González es su mejor virtud, ha empezado a abandonarlo. No me refiero ahora al hecho de que hasta los más leales empiezan a ver ya el desastre de su no modelo territorial o a la crisis económica que no supo prever ni está acertando a resolver, sino al regalo envenenado que el presidente Obama le ha hecho invitándolo al Desayuno Nacional de Oración organizado por el Congreso estadounidense, que tendrá lugar a comienzos de Febrero.

Este acto, celebrado anualmente el primer jueves de Febrero, que empezó siendo un desayuno, pero que actualmente se celebra durante una semana, comenzó su andadura en los años 30, durante la Gran Depresión, y alcanzó relieve a partir de 1953 cuando el presidente Eisenhower asistió al mismo, inaugurando una tradición de asistencia de todos los presidentes que ha llegado hasta la actualidad. Está organizado por el grupo religioso ultraconservador llamado La Comunidad o La Familia.

La Comunidad es uno de los movimientos fundamentalistas más poderosos e influyentes de los EE.UU., formado por congresistas, altos funcionarios, ejecutivos de empresas, generales y jefes de estado extranjeros. Su financiación es privada y sus actividades y el nombre de sus miembros son secretos pero es reconocida su influencia en la política interior y exterior del país. De ideología ultraconservadora, la mayoría de sus miembros son hombres y republicanos aunque también hay algunos demócratas. Una de sus últimas actividades en el exterior, según aparece publicado en la web fogcityjournal , apoyándose en el trabajo de investigación de Jeff Sharlet, The Family: The secret Fundamentalism at the Heart of American Power, ha sido el apoyo y financiación prestados a un proyecto de ley en Uganda para castigar con pena de muerte las prácticas homosexuales, que actualmente están castigadas con la cadena perpetua. Más que creyentes en la democracia, aseguran sus críticos, están a favor de un totalitarismo cristiano, una especie de teocracia cristiana, y en política exterior son partidarios de un expansionismo “blando”.

Decía que es mala suerte que la invitación del presidente Obama sea para un acto que ya está costando un alto precio al prestigio interior de Zapatero por entrar en conflicto con sus convicciones laicistas. Los medios de influencia católica no han desaprovechado la ocasión para criticar la incoherencia que esto supone y poner en evidencia lo poco que le importan sus principios en confrontación con los ansiados encuentros con el presidente estadounidense. Lo cierto es que Zapatero no ha sido en sus años de gobierno un laicista radical y, para probarlo, no hay más que fijarse en que no va a denunciar los Acuerdos entre el Estado Español y la Santa Sede, denuncia que sería prueba de la profundidad de sus convicciones laicistas, pero su presencia en este evento de fundamentalistas religiosos va a ser también motivo de crítica por parte de los que esperamos pasos firmes hacia la laicidad. Pero quién sabe si no nos dará una sorpresa haciendo un incendiario discurso laicista en el acto, que nos haría perdonarle alguno de sus desvaríos. No hay que perder la esperanza.

4 comentarios:

BARBALTA dijo...

Para Zapatero, el laicismo como la nación, son conceptos " "discutidos y discutibles"

Anónimo dijo...

Diosssssss que susto me he dado al leer el título!!
De todas formas, es típico español eso, no? Bautizos, bodas, Navidades y tal, pero...laicos!
Besotes

Esperanza Fernández Acedo dijo...

Hola Mita,no me extraña que te asustes pero en España hay muchos no creyentes. La España oficial no coincide con la real. Cada vez hay menos bautizos y bodas religiosas y muchas de las ceremonias religiosas se hacen por tradición, sin convicción religiosa. No hay más de un 30 por ciento de católicos si nos atenemos a los datos de Hacienda, que son los que cuentan. Que nuestros gobernantes sean incoherentes y cambien sus convicciones o sus programas según convenga, como dice Barbalta, no puede ocultar que somos muchos los que estamos por una separación real de la Iglesia(de todas las iglesias)y el Estado.Esto no supondría un perjuicio para los creyentes, sino un acto de respeto a los que no lo somos y no nos sentimos representados por la presencia de lo religioso en el espacio público.
Gracias por tu comentario.

Ana Fdez. Gallego dijo...

Yo no dejo de sorprenderme por la falta de coherencia de la gente, incluso aquella que tiene estudios y se les supone un sentido crítico desarrollado.

Estoy en edad de bodas, y la mayoría de mis amigas, que nunca se han declarado católicas ni mucho menos practicantes, se casan por la iglesia. Parece ser que es más bonito o que a la familia le gusta más así...

Para mí, esa falta de coherencia sólo ralentiza la separación total Iglesia-Estado (y me cabrea, dicho sea de paso).

Un beso =)