¡Maldición! ¡Qué suerte tiene Zapatero! En sus horas más bajas, justamente desprestigiado y cuestionado incluso en su partido, que parecía monolítico, viene la nefasta oposición que padecemos y le proporciona un balón de oxígeno para que vaya tirando un poquito más. El silencio, la comprensión en algunos casos, que han mostrado los dirigentes del PP hacia los abucheos que sufrió el presidente en los actos de la Fiesta Nacional, los ha hecho aparecer como aliados de los elementos de extrema derecha organizadores del abucheo. Su incompetencia ha hecho palidecer la gansada del genocidio de los nacionalistas catalanes. Muchos ciudadanos críticos con el presidente se estarán cuestionando si es sensato dejar de votar al PSOE en vista del peligro que amenaza si pierde. Es lo que percibo viendo los comentarios en algunos foros de Internet.
La democracia se nutre de las formas, del respeto a las reglas del juego. Hay mil formas de manifestar la crítica al presidente del Gobierno y hay simbolos comunes que debemos respetar si queremos ser un país digno de respeto. En ese acto Zapatero estaba en representación de una institución del Estado. Es obvio, pero no solo los cerriles vociferantes lo han olvidado, al parecer.
Y más que la falta de respeto a las instituciones y a los símbolos que nos unen, sobrecoge el desprecio al acto de honra a los soldados muertos. Los ritos funerarios son una seña de humanidad, según los paleoantropólogos. En algunos humanos ha comenzado, al parecer, un proceso de deshumanización y no para progresar a otra especie sino para regresar a no sé qué estadio evolutivo. Los familiares dolientes se debieron de sentir agraviados en lugar de confortados en su duelo. Confortantes son las palabras de ese hermoso himno* que nos conmueve incluso a los que, como es mi caso, no somos creyentes pero respetamos las ficciones que nos han ayudado a sobrellevar la carga de nuestra finitud y nos solidarizamos con el duelo de nuestros semejantes.
Eso no es libertad de expresión, señora Aguirre. Un demócrata no puede amparar ni disculpar eso. Podríamos llamarlo libertinaje, para usar una palabra que tal vez resulte familiar a los organizadores del abucheo. Si un partido tiene que apoyarse en esta miseria para ganar puntos, poco tiene que ofrecer. No me extraña que hoy en el PSOE estén más contentos que unas pascuas.
*"La muerte no es el final"
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