martes, 9 de febrero de 2010

EL PROBLEMA NO ES EL CANDIDATO

Hemos sabido estos días que los negativos resultados que las últimas encuestas auguran al PSM en las próximas elecciones autonómicas han llevado a algunos a plantear la iniciativa de que sea Pedro Castro el candidato en lugar de Tomás Gómez. El alcalde de Getafe no ha tardado en declinar tan inconveniente oferta y pienso que sinceramente porque, si algo caracteriza a Pedro Castro, es ser más listo que el resto de sus compañeros de partido para saber por dónde tiene que moverse, dónde puede florecer y dónde se estrellará sin remedio. Pedro Castro ha echado raíces en Getafe. Es aquí donde tiene posibilidades de seguir floreciendo en la primavera del 2011, es el terreno en el que van a tener que sudar mucho sus adversarios para destejer la tupida red de raíces, o, lo que es lo mismo, de intereses, que lo han hecho mantenerse durante tantos años, con el inestimable apoyo de la oposición. No va a cometer la torpeza que hizo al alcalde de Parla dejar su ámbito local para embarcarse en la aventura autonómica. Las ventajas de la especialización nunca serán bien ponderadas.
Hay que reconocer que a Tomás Gómez es difícil encontrarle mérito que justificara el desplazamiento de Simancas, salvo sus resultados en Parla, y estuvieron torpes en pensar que eran extrapolables al ámbito de la Comunidad. No debe de ser difícil encontrar candidatos con más carisma, pero se vuelven a equivocar si piensan que mejorar las expectativas electorales es sólo cuestión de cambiar al candidato. No creo que Pedro Castro ni ningún otro mejorase significativamente los negros resultados que se esperan. El problema es otro; el problema es que Madrid va a reflejar la caída del PSOE a escala nacional. El declive del PSM se explica más por la política nacional que por la autonómica. Cuesta creer que Esperanza Aguirre, una política caracterizada por su autoritarismo político, liberal en lo económico, sea un personaje políticamente atractivo salvo para un sector de la derecha encantado con sus formas sectarias. Lo que ocurre es que lo ha tenido muy fácil.
En las pasadas elecciones municipales y autonómicas Zapatero había dado ya muestras sobradas de su incompetencia para presidir el Gobierno, se había puesto claramente de manifiesto la deriva hacia un Estado residual, con su nefasta gestión del Estado Autonómico, del Estatuto de Cataluña en particular y de las relaciones con los partidos nacionalistas en general, incluyendo en este apartado al PSC que acababa de descubrirse más nacionalista que CiU. Madrid, como sociedad más dinámica e informada, reflejó ya entonces este rechazo y el PP obtuvo la mayoría absoluta, ante la ausencia de alternativas. En las próximas elecciones, salvo que creamos en los milagros, al disgusto de una gran parte de los ciudadanos sobre la política territorial, que no ha hecho sino empeorar, se va a unir el que tendrán por la situación económica, con unas cifras de paro que no sabemos cuándo van a tocar techo, y Madrid seguirá votando en clave nacional. La única opción que se me ocurre para que el PSOE mejorara los resultados de las encuestas sería la de un candidato y una lista completa de afiliados que se hubiesen destacado por sus críticas a la dirección y esto, sencillamente, es imposible porque, con la excepción de Leguina, Zapatero ha disfrutado de más adhesión en el PSOE que ningún Secretario General anteriormente, en ese partido y en cualquier otro. Los que no estaban de acuerdo han tenido que irse, es decir, que mi consejo es inaplicable y por eso lo regalo con generosidad.
El panorama se presenta interesante porque el PP tampoco va a revalidar la mayoría absoluta y UPyD va a irrumpir con fuerza en la Asamblea, a tenor de las encuestas. Pienso que Madrid va a ser el escenario principal de un cambio que va a afectar de forma importante al futuro del PSOE.

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