jueves, 6 de agosto de 2009

HIROSHIMA 64 ANIVERSARIO

Hoy hace 64 años del lanzamiento por parte de EE.UU. de la bomba atómica sobre la ciudad japonesa de Hiroshima. Ni el horror que desencadenó aquella acción y la siguiente sobre Nagasaki, ni la certeza del peligro de exterminio masivo que supone la acumulación de armas nucleares, han sido suficiente motivo de reflexión para llevar a los países miembros del club nuclear a tomar la decisión, tan sencilla como aparentemente imposible, valga la paradoja, de poner fin a la locura y abordar la destrucción de todas las armas nucleares.
En Japón hoy se ha conmemorado el aniversario con un llamamiento por parte del primer ministro de conseguir la abolición de las armas nucleares para 2020. El Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, también nos ha invitado a convencer a los dirigentes de la futilidad y peligro de las armas nucleares. Pero, ¿se ve realmente la salida del túnel?
En la nueva Administración de EE.UU. hemos apreciado un cambio de lenguaje, pero esto no es suficiente. Los acuerdos alcanzados con el presidente Medvédev en la visita del presidente Obama a Moscú a comienzos de Julio para la firma del tratado que debe sustituir al START I, precedida por unas declaraciones sobre la posibilidad de un mundo desnuclearizado, no están a la altura de las expectativas que han despertado. La reducción de un tercio de los arsenales nucleares de ambas potencias, entre 500 y 1000 unidades de misiles portadores y entre 1500 y 1675 de cabezas nucleares, dejan los arsenales de las dos superpotencias con la capacidad suficiente para destruir la vida en la Tierra varias decenas de veces, sin contar los de los otros 6 países con armas nucleares. Esto significa que el nuevo tratado, que se sigue negociando, no representa un avance cualitativo respecto a los que lo han precedido desde 1972. Los acuerdos precedentes han podido servir para poner al día el armamento que envejece pero no para hacer un mundo más seguro.
La próxima cita importante será el 24 de Septiembre, en la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, cuando el presidente Obama tiene previsto abordar la cuestión de la no proliferación y el desarme nuclear. Me temo que el énfasis se ponga en la no proliferación, más que en el desarme. Aunque el lenguaje bushiano del "eje del mal" para condenar las pretensiones nucleares de Corea del Norte e Irán está afortunadamente descartado, no por ello se abandona la orientación de centrarse en evitar las nuevas incorporaciones al club nuclear y dejar el desarme para mejor ocasión. Lo sensato es pensar que el desarme sería la mejor garantía de la no proliferación y no al revés.
Pero hay algunos signos positivos en el horizonte, aunque débiles. Para mí uno significativo es el artículo que en Enero de 2007 publican en el Wall Street Journal importantes ex-mandatarios de diversos gobiernos de EE.UU., entre ellos, el ex-Secretario de Estado desde 1973 a 1977 Henry Kissinger, retirado de la vida política hace tiempo pero influyente personaje todavía. En dicho artículo, titulado "Un mundo libre de armas nucleares", tras explicar el peligro que suponen las armas nucleares y las veces que estuvimos al borde del desastre, que ellos conocen de primera mano por sus responsabilidades, y el incremento del riesgo actualmente, proponen que EE.UU. tome el liderazgo para caminar a la desnuclearización total. Si bien justifican la necesidad de las mismas durante la Guerra Fría, afirmación de la que muchos disentimos, lanzan una propuesta de futuro para el desarme nuclear, que revela que algo se está moviendo.
El mejor signo sería que desde la sociedad civil se tomara conciencia y se relanzara el movimiento por el desarme nuclear que presionara a los gobiernos. Para ello, es imprescindible que no nos dejemos distraer con gripes o recesiones. O, de lo contrario, si somos una especie tan necia que carecemos de cordura para evitar la autodestrucción, pese a la inteligencia que nos ha hecho avanzar técnicamente, es que tal vez merecemos ese holocausto.



No hay comentarios: