“Con tanto mejorar el cine, ¡van a acabar por inventar el teatro!” Jacinto Benavente
Muchos detractores del libro electrónico se deben de sentir reflejados en lo que expresa la frase de Benavente. Nos hemos acostumbrado al libro códice, a su ergonomía, su fácil manejo o a la belleza de un ejemplar bien editado y no es fácil que nos convenzan de las ventajas del libro electrónico por más que se hayan esforzado y se sigan esforzando en mejorar su diseño, la calidad de la tinta electrónica para que no deslumbre, o cualquier característica que lo aproxime al libro códice. Los enemigos de estas tabletas de lectura se preguntan para qué aproximarnos a éste desde las nuevas tecnologías si ya lo tenemos. A las resistencias de los lectores, se han sumado y han sido determinantes las de la industria editorial, que han causado un retraso en la comercialización de los dispositivos de lectura electrónicos, pero unas y otras están desapareciendo y, en los últimos meses, la eclosión se ha producido.
Como soy uno de los conversos, tengo que empezar por reconocer que ya me ha cautivado la nueva herramienta, que me sumo sin reticencias al nuevo patrón cultural y lo recomiendo con pasión. La sensación de llevar en el bolso una biblioteca de miles de volúmenes, o el no tener que ocupar sitio en el equipaje al desplazarnos, nos compensa de la pérdida de verlos perfectamente alineados en las estanterías que pueblan las habitaciones de la casa, aunque en realidad no hay tal pérdida porque no hay por qué deshacerse de los que ya tenemos; se trata sólo de que no seguirá aumentando el espacio que ocupan los queridos amigos sino que las nuevas adquisiciones se comprimirán en una tableta del tamaño de una agenda de bolsillo. Cuando consumir papel se está convirtiendo en un lujo que no nos podemos permitir, los amantes de la lectura tenemos esta alternativa que sin duda va a suponer un gran alivio para los bosques. No es un argumento a desdeñar.
Aclaremos aquí, para los no iniciados, que, al hablar de libro electrónico, me refiero al dispositivo o tableta de lectura, no a una obra, a un libro digital, sino a un soporte para almacenar una biblioteca en la que pueden entrar tanto libros digitales, que han nacido ya en este soporte, como libros códices que han sido digitalizados. Disponemos ya en la red de un gran número de títulos de las bibliotecas que se están digitalizando y cada día aumenta el número de libros disponibles para su comercialización y descarga. Hace años que la tecnología ya estaba disponible y era accesible a unos pocos, pero ha habido que vencer esas fuertes resistencias para que su difusión generalizada fuese posible. También la aplicación al libro electrónico del IVA superreducido del 4% , que ya tenía el libro de papel, ha ayudado a su comercialización.
En el mundo que está emergiendo, por encima de los apegos sentimentales, se irá imponiendo el nuevo artefacto por las ventajas en cuanto a almacenamiento y accesibilidad frente a los inconvenientes del antiguo: la fragilidad, el envejecimiento, el transporte y el daño al medio natural. El periodo de transición será más o menos largo, pero se acabará por generalizar, como se impuso el libro códice frente al libro rollo. No hay que llorar por su desaparición sino pensar que es la obra lo que importa y felicitarnos por el acceso fácil que nos permite a esa biblioteca de Babel o libro de arena, al libro mundo que está en la red, se va engrosando y que fue el sueño de la cultura libresca durante siglos, el sueño de Flaubert, Goethe o Diderot.
No comparto, pues, la frase de Benavente aplicada al libro electrónico y os aseguro que, aunque no dispongamos de un ayudante de escritorio tan paciente como el monje de este vídeo, no es tan difícil dar el salto.
Muchos detractores del libro electrónico se deben de sentir reflejados en lo que expresa la frase de Benavente. Nos hemos acostumbrado al libro códice, a su ergonomía, su fácil manejo o a la belleza de un ejemplar bien editado y no es fácil que nos convenzan de las ventajas del libro electrónico por más que se hayan esforzado y se sigan esforzando en mejorar su diseño, la calidad de la tinta electrónica para que no deslumbre, o cualquier característica que lo aproxime al libro códice. Los enemigos de estas tabletas de lectura se preguntan para qué aproximarnos a éste desde las nuevas tecnologías si ya lo tenemos. A las resistencias de los lectores, se han sumado y han sido determinantes las de la industria editorial, que han causado un retraso en la comercialización de los dispositivos de lectura electrónicos, pero unas y otras están desapareciendo y, en los últimos meses, la eclosión se ha producido.
Como soy uno de los conversos, tengo que empezar por reconocer que ya me ha cautivado la nueva herramienta, que me sumo sin reticencias al nuevo patrón cultural y lo recomiendo con pasión. La sensación de llevar en el bolso una biblioteca de miles de volúmenes, o el no tener que ocupar sitio en el equipaje al desplazarnos, nos compensa de la pérdida de verlos perfectamente alineados en las estanterías que pueblan las habitaciones de la casa, aunque en realidad no hay tal pérdida porque no hay por qué deshacerse de los que ya tenemos; se trata sólo de que no seguirá aumentando el espacio que ocupan los queridos amigos sino que las nuevas adquisiciones se comprimirán en una tableta del tamaño de una agenda de bolsillo. Cuando consumir papel se está convirtiendo en un lujo que no nos podemos permitir, los amantes de la lectura tenemos esta alternativa que sin duda va a suponer un gran alivio para los bosques. No es un argumento a desdeñar.
Aclaremos aquí, para los no iniciados, que, al hablar de libro electrónico, me refiero al dispositivo o tableta de lectura, no a una obra, a un libro digital, sino a un soporte para almacenar una biblioteca en la que pueden entrar tanto libros digitales, que han nacido ya en este soporte, como libros códices que han sido digitalizados. Disponemos ya en la red de un gran número de títulos de las bibliotecas que se están digitalizando y cada día aumenta el número de libros disponibles para su comercialización y descarga. Hace años que la tecnología ya estaba disponible y era accesible a unos pocos, pero ha habido que vencer esas fuertes resistencias para que su difusión generalizada fuese posible. También la aplicación al libro electrónico del IVA superreducido del 4% , que ya tenía el libro de papel, ha ayudado a su comercialización.
En el mundo que está emergiendo, por encima de los apegos sentimentales, se irá imponiendo el nuevo artefacto por las ventajas en cuanto a almacenamiento y accesibilidad frente a los inconvenientes del antiguo: la fragilidad, el envejecimiento, el transporte y el daño al medio natural. El periodo de transición será más o menos largo, pero se acabará por generalizar, como se impuso el libro códice frente al libro rollo. No hay que llorar por su desaparición sino pensar que es la obra lo que importa y felicitarnos por el acceso fácil que nos permite a esa biblioteca de Babel o libro de arena, al libro mundo que está en la red, se va engrosando y que fue el sueño de la cultura libresca durante siglos, el sueño de Flaubert, Goethe o Diderot.
No comparto, pues, la frase de Benavente aplicada al libro electrónico y os aseguro que, aunque no dispongamos de un ayudante de escritorio tan paciente como el monje de este vídeo, no es tan difícil dar el salto.