martes, 15 de junio de 2010

UN ACTO PROPIO

“No hay nada más raro en un hombre que un acto propio”, dijo Ralph W. Emerson. Hoy la frase puede aplicarse con justicia al matemático ruso Grigori Perelman. Tras resolver la Conjetura de Poincaré(ahora Teorema)sobre la geometría de espacios multidimensionales, uno de los siete problemas matemáticos fundamentales elegidos por el Instituto Clay de Matemáticas de Cambridge(Massachussets), no ha acudido a recoger el premio de un millón de dólares que dicho instituto le otorgó y estaba previsto se le entregara en París. Ya ocurrió anteriormente, en 2006, cuando rechazó recoger la medalla Fields en el curso del XXV Congreso Internacional de Matemáticos celebrado en Madrid.
Perelman no quiere exhibirse como un animal en un zoológico ni tiene aprecio por el millón de dólares- dice no necesitarlo- mientras trabaja dando clases particulares y vive junto con su madre en un modesto apartamento en San Petersburgo.
Lamentablemente, no puedo hablar sobre el problema matemático resuelto. Comento lo que hay de singular en su comportamiento. Dos cosas destacan en él: Por un lado, la ausencia de necesidades costosas. Es lógico que no las tenga porque es inteligente; si es autónomo para entretenerse, no tiene que buscar entretenimientos caros. Por otro lado, su concepto de la autoría. El hecho de que publicase sus investigaciones en Internet, para que fuesen accesibles a todo el mundo, y no en las revistas científicas especializadas, ya dice mucho sobre su actitud hacia la comunidad científica. Su gesto indica, además, que considera importante su hallazgo(a ello ha dedicado ocho años) y sin importancia su persona. Contrasta con la vanidad hueca (valga la redundancia) de la que tan difícil nos es desprendernos. No quiere exhibirse porque su interés está en las Matemáticas y entiende que eso es lo importante, no su persona. Su brillantez se refuerza con este gesto.
En cuanto a la autoría, tenemos la desviada costumbre de glorificarla aún cuando sabemos que los logros humanos han sido resultado de esfuerzos conjuntos, con figuras prominentes, eso sí, pero cuya glorificación excesiva obvia a otros que han tenido menos fortuna en la difusión o el reconocimiento pero que han contribuido en similar medida. Perelman no se considera único pese a su extraordinario talento. Por eso hoy le otorgo el premio Emerson al acto propio, que acabo de instituir.